miércoles, 17 de junio de 2015

El pacto de la casta

El pacto entre PNV y PSE supuestamente dirigido a dotar de estabilidad a las diputaciones y ayuntamientos vascos tras las elecciones del 24 de mayo merece un pequeño análisis aparte, aunque habitualmente nos solamos ceñir al ámbito local. Veamos:

El momento elegido por PNV y PSE para formalizar este pacto se caracteriza por dos circunstancias concretas que no debemos obviar:

1. El importante declive del Partido Popular en gran parte del territorio de la Comunidad Autónoma Vasca.

Esta circunstancia merma el poder del bloque político a la derecha del centro ideológico. Defender este terreno del centro-derecha del ámbito autonómico queda en manos del PNV pero con la necesidad de más apoyos por parte de alguien que debe “salir” (una vez más) de entre las sombras del centro-izquierda (si es que tal cosa existe) para que el statu quo pueda mantenerse. Ahí entra el PSE.

2. La decisión de suscribir y DE INFORMAR A LA CIUDADANÍA acerca de este pacto DESPUÉS de las elecciones.

La situación previa de cada municipio es distinta; las circunstancias pasadas y la historia de una localidad son muy particulares como para que se corte utilizando el mismo patrón en todo el territorio. En algunas localidades las diferencias programáticas de PSE y PNV son más evidentes que en otras y, sobre todo, la PERCEPCIÓN de los electores de cada uno de ellos es de una mayor lejanía ideológica Y SOCIAL, lo que hace que un apoyo de esta índole entre ambos partidos resulte incomprensible e indignante para muchos. Como consecuencia de ello, los partidarios de estos grupos políticos se sienten engañados (o deberían hacerlo) por aquellos a los que apenas hace 3 semanas confiaron,ilusionados, su voto cuatrianual.

Sin embargo, cuando la indignación social debería enfocar su mirada crítica en el conjunto, los medios de comunicación dirigen la atención hacia las voces discrepantes, a quienes se acusa de actuar de forma ilícita y antiética, generando un (otro) embrollo desinformativo que desvía la atención del verdadero problema de la política: que realmente no hay diferencias de fondo entre determinados partidos, ya que, a la mínima que “la estabilidad” del sistema flaquea alguien se cambia de plato en la balanza (o de chaqueta de pana a traje y corbata).

En circunstancias óptimas, en cada ciudad, cada elector debería conocer qué es lo que ha optado por hacer el partido al que se plantea votar. Si sus actos post-electorales, pactos o acuerdos en base a connivencias programáticas, se corresponden con intenciones sobre las que se hubiera informado antes de los comicios, resultaría perfectamente lícito. Pero si la decisión resulta generalizada, no basada en la vocación de servicio a la ciudadanía sino que lo único que defiende es la estructura de los partidos sin importar de dónde les viene el poder político… que cada cuál valore.

Si realmente hubiera diferencias entre PSE y PNV, si las políticas dirigidas a servir a los ciudadanos les importasen más que sus propias estructuras de partido y sus asientos institucionales, los pactos generalizados de este tipo no tendrían sentido y no se deberían llevar a cabo. Pero la decisión final queda a la discreción moral de cada electo.





sábado, 13 de junio de 2015

La casta 2

A raíz de 20150612 toyos-sera-proclamado-alcalde

Los resultados electorales han sido los que han sido. Lo más lógico ahora sí sería, efectivamente, que el alcalde siguiera siendo Miguel de los Toyos... más que nada porque una alianza del PNV con... cualquier otro partido representado no tendría sentido si no fuese para única y exclusivamente desbancar al PSE del gobierno municipal. Una situación que daría lugar a un plan aún más inestable que el que ya de por sí supondrá el gobierno en minoría del PSE... malo para Eibar (y esto, no otra cosa, es lo que importa).

Con todo, prosigo, me preocupa que las futuras acciones políticas locales dependan de un pacto supramunicipal que poco o nada tiene que ver con Eibar. Mucho más preocupante, habida cuenta de que se trata de un pacto para la "estabilidad en las instituciones", provinciales y municipales, entre un partido de la derecha supuestamente nacionalista, y uno de tendencia estatalista supuestamente de izquierdas (¡ja!).
Lo primero: ese pacto no tiene ningún sentido si no es porque en realidad tiene todo el sentido del mundo por ser exactamente iguales. A tenor de esta reflexión, ya escribimos algo en su día ( http://bigkerman.blogspot.com.es/2014/12/la-casta.html ).

Al grano: me preocupa que un pacto para el mantenimiento de una casta, que hace de la política su modus vivendi, una empresa, a la que le preocupa más la subsistencia de su aparato directivo que el cumplimiento de los objetivos para los que se supone que trabaja, es decir, el servicio a sus clientes (la ciudadanía), dirija las decisiones municipales. Las connivencias municipales deben ser por planes y proyectos compartidos a nivel local... que dependan de pactos supramunicipales de ese tipo, es MUY MUY MALO.