viernes, 11 de abril de 2014

Ejemplar

En ocasiones anteriores hemos valorado las circunstancias y vicisitudes acaecidas entorno a la imposición de la ampliación de capital que padece la S.D. Eibar, cuestión de la que se han vertido mares de tinta y que ocupa gran parte de las conversaciones de corrillos y ascensores públicos.

A estas alturas de la historia, pocos se cuestionan los méritos del club, tanto en lo referente a sus resultados deportivos como en lo que corresponde a su gestión económica. Ambos parecen merecedores de elogio y dignos de la ejemplaridad eibarresa que reza nuestro escudo municipal.

Sin embargo, la cristalinidad de las aguas litorales viene a deslumbrarnos ante la oscuridad de la profundidad abisal de nuestro océano futbolístico. Lo que en un principio se nos presentaba desde la perspectiva de la injusticia moral, se ha acabado transformando en resignación y sumisión a la norma establecida (a pesar de que, circunstancialmente, sigue considerándose ilícita, tanto en la prensa local como en las tertulias entre amigos). Creo que éste no es un buen valor a transmitir a nuestros jóvenes. Para mayor gloria, el propio Wert lo ha visto y apuntado en la respuesta dada al senador de Amaiur, al hacer la observación de que la junta de accionistas del Eibar ha aprobado las medidas para lograr llevar a cabo dicha ampliación de capital. ¡Touché!

Otra cosa que tampoco creo que sea buena es la transmisión del pensamiento futbolcentrista que demuele la barrera entre la afición y la idolatría, entre el sano entretenimiento y el atontamiento hamelinesco. Los periódicos ya se encargan de nutrirlo al ventilar estas noticias en sus primeras planas o al prestar sus espacios interiores para las campañas electorales, también con este tema, de los diferentes partidos políticos. No creo que la afición al fútbol o a un equipo sea algo malo, ni mucho menos; vista con una perspectiva crítica, ésta, desarrolla sentimientos y valores como el afán de superación, el optimismo, la cohesión social, la amistad y el compañerismo. Sin embargo, la falta de esa crítica aleja de uno mismo al objeto admirado, lo idealiza y estimula otros planteamientos más en sintonía con la brecha generada entre admirador y admirado, como la búsqueda de fama y gloria, la ambición individualista y la envidia. Se trata de unos antivalores que el propio planteamiento del fútbol profesional en general (no sólo la televisiva) alienta (entre ellos, no les quepa duda, también el Eibar), cuyos equipos participantes, desde sus mismas bases infantiles, cercenan las ilusiones de innumerables niños y jóvenes a base de impía criba de quien prima su propia sostenibilidad (con más o menos beneficio económico) sobre el disfrute ocioso de aquéllos. También esto hay que tenerlo en cuenta.

Por último, tampoco creo que sea de recibo que el Eibar anime a sus simpatizantes (mediante la promoción de los acuerdos alcanzados con entidades bancarias), a que sean éstos los que se endeuden, adquiriendo préstamos para la compra de acciones, para dar respuesta a una ampliación de capital que, repetimos, han considerado injusta dada su buena gestión carente de deuda alguna. Me parece una situación paradójica (por no decir hipócrita) de la que sólo puedo hacer una lectura negativa, en el mismo sentido que en el párrafo anterior y en el de la consideración (¿pretensión?) de la posibilidad de que las entidades públicas puedan adquirir acciones sin límite máximo. Como ya hemos dicho en anteriores ocasiones, el dinero público que se emplee en esto, será lo que falte en otros servicios públicos, de modo que, al no tratarse de una necesidad, me parece totalmente improcedente y digno de considerarse malversado.

Los aficionados, a título personal, pueden hacer lo que quieran. Faltaría más. Yo les recomendaría que se lo pensasen dos veces, valorando el todo, y que lo hiciesen de forma crítica. Además, si la S.D. Eibar no logra la ampliación de capital por sus propios medios (incluyendo las primas por ascenso, en su caso), todo lo más que podrá ocurrir será que siga existiendo en categorías inferiores. Sus aficionados seguirán animándolos igual o más, ya que les honrará ser sinceros simpatizantes, e insumisos ante la injusticia.

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