viernes, 19 de julio de 2013

Cohesión 2

Reflexión a cuento de una noticia sobre ordenación urbana, industria y vivienda.

La noticia:

20130719 eibar-ciudad-dormitorio

El comentario:
La sostenibilidad de Eibar debe entenderse como un todo, como lo fue durante su desarrollo industrial, en el que un mismo espacio aunaba el conjunto de la vida industrial-laboral y residencial. Un conjunto que sólo pudo funcionar gracias al propio autocontrol que ejercía el hecho de que tal convivencia favorece a la parte obrera mayoritaria (como no debería ser de otra manera), sin resultar agraviante para el beneficio de las empresas, mediando en dicha relación la cooperación voluntaria engarzada mediante la amistad, el compañerismo, la complicidad o la cercanía. Ambas partes ganaban.

Hoy se emplea esa teoría de forma parcial y oportunista; se pide (lo hacen los lobbys empresariales y sus protegidos políticos) esa “cooperación voluntaria” en un contexto completamente distorsionado, en el que no hay un entorno que mediante feedback o autocontrol favorezca a la mayoría obrera. Todo lo contrario. Las empresas han sido apartadas del núcleo y de la vida social de las ciudades donde están los trabajadores, los cuales padecen la consecuente incapacidad de hacer frente a los dictados unilaterales de la clase burguesa-empresarial. Los sucesivos cambios y reformas de las condiciones laborales, instadas por estos mismos grupos de presión patronales e inyectados a través de su influencia sobre los partidos políticos, se han traducido en una descompensación de la distribución de la riqueza y del miedo, tendiendo la primera a engrosar los bolsillos de los influyentes (que, con ello, resultan aún más influyentes) y, la segunda, los cerebros y gónadas de los trabajadores. Largos años de elaboradas maniobras sociales (fundamentadas en el control de los medios de comunicación, la precarización e inestabilidad de los planes educativos, la desprestigiación y desmantelamiento de lo público y el refuerzo del materialismo y del hedonismo barato en detrimento de las interrelaciones personales y del pensamiento crítico) han dado como resultado la despersonalización del trato con el trabajador, por parte del empresario, y el individualismo de los componentes de la antaño clase –grupo– de ciudadanos obreros. La “cooperación voluntaria”, pues, hoy es exigida y, por tanto, no es en absoluto voluntaria ya que se hace bajo la amenaza de la incertidumbre laboral. En un contexto social cohesionado, esta amenaza quedaría limitada por la presión ciudadana, la vergüenza del cacique y el sano reparto del binomio justicia-temor (el que la hace, la paga). Pero está visto que no hay capacidad, voluntad o interés por afrontar esta realidad. O tal vez sea que se necesita que la situación empeore para aún más personas. Tal vez para esas alturas ya sea demasiado tarde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario