viernes, 13 de julio de 2012

Valorando

Una disculpa en primer lugar por la tremenda parrafada con la que vengo esta mañana. Valorando el artículo del diario, encadenándolo con los tweets de la charla de ayer en Armeria Eskola y reflexionando un poco, he terminando pariendo el siguiente texto con el que espero que no se os sequen los ojos.

La noticia: 20120713 recuperar-valores-evitar-errores
El comentario:
La verdad es que lo citado a Cancelo e Ibarretxe me parece que está muy bien, realmente me ha sorprendido por parte de éste último. Bravo. Lo dicho por Zubiaurre, sin embargo, me genera dudas. Porque efectivamente alude a una necesidad de mayor adaptación pero, ya lo dije en la valoración de su entrevista previa (http://bigkerman.blogspot.com/2012/07/hace-falta-valor.html ), me temo que solicita dicha adaptación a los trabajadores (por cuenta ajena), incidiendo además en la falta de sumisión por parte de los sindicatos (eso de la “conflictividad”). Volveré a repetir, que cuanto él dice está bien SÓLO en el caso de empresas cooperativas, donde los trabajadores son partícipes de los beneficios y perjuicios de la empresa durante toda su existencia. Al hilo de esta cuestión, Zubiaurre debió poner como ejemplo un reportaje publicado en la revista Eibar (nº 108, página 5: http://egoibarra.com/publicaciones/revista-eibar/eibar-108-2012-06/view ) donde Amatiño analiza el tema de “los valores de siempre”.
Fuente: twitter, entrada:

aitorbuendia
Eduardo Zubiaurre pone como ejemplo un reportaje de Amatiño sobre el buen hacer de los López de Gereñu en la Revista #EIBAR Oso ona, benetan
7/12/2012 9:55:30 AM

El reportaje es muy interesante… y por eso lo valoro en mayor profundidad

(hasta aquí lo escrito como comentario en el diario)

Probablemente desde una perspectiva empresarial-patronal, se destaque el espíritu trabajador, el sacrificio y el carácter emprendedor de los protagonistas. Así es, pero hay que recordar que su afán fue crear SU PROPIA empresa.

Evidentemente tuvieron que partir desde cero. Eso es emprender. Hacer, con medios propios y de forma voluntaria, algo nuevo. Algo PARA UNO MISMO, sea para ganar dinero, prestigio, reconocimiento… o, sobre todo, AMOR PROPIO: una necesidad que todos tenemos (debemos ser conscientes de ello), por lo que debemos velar por que se nos respete y por respetar el de los demás.
De eso, con frecuencia, hay quien se olvida, resultando en que para lograr beneficios para uno mismo, se desentiende o incluso pisotea el terreno del prójimo. ¿Cuántos habrá que, durante épocas de bonanza de las empresas que gobiernan han maximizado sus beneficios personales pero que al volverse las tornas no les ha temblado la mano para despedir a aquellos trabajadores que los enriquecieron?

Puede que el error radique en la falta de SOSTENIBILIDAD. Hay que estar preparado para las vacas flacas para que, cuando lleguen, sus efectos sean los menores posibles. ¿Cómo hacerlo? Básicamente mediante la inversión en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i). No descubro nada nuevo: una empresa sostenible es como el tablero de una mesa; si valoramos cuantas más posibilidades de adaptación de nuestro trabajo, mejor (investigación, una pata para la mesa), y llevamos a cabo las mismas (desarrollo, otra pata), seremos más capaces de superar los contratiempos. El problema, esencialmente, suele ser el TIEMPO.

El tiempo es un concepto curioso, extraño… bello, a su manera. Cuando se dispone de él tiende a ser malgastado y cuando se carece… bueno, es motivo de desánimo y frustración. La clave en esta cuestión, considero, es el “tornillo” que une la innovación (esa tercera pata de la mesa) al tablero de la empresa sostenible (si rizamos el rizo de la analogía, todavía nos debería quedar un último pie para hacer una mesa medianamente decente… luego volveremos a este punto); me estoy refiriendo a la VOLUNTAD o lo que es lo mismo, la IMPLICACIÓN. En el reportaje explica cómo “el incipiente taller contaba con dos trabajadores y, como fuere que los tres socios tenían que trabajar en el empleo que cada uno de ellos tenía en empresas ajenas, se veían obligados a dedicar a su proyecto común un tiempo no propiamente laboral, como de noche, los fines de semana y en vacaciones”. Los protagonistas tenían poco tiempo pero mucha voluntad, de modo que el que disponían era aprovechado, exprimido al máximo… puede que la pata fuese de palo, pero hete aquí que estaba bien anclada! De ahí que su objetivo tuviera mayores probabilidades de éxito. Pero es que era SU PROPIA EMPRESA, su amor propio… su carta a la libertad, fuera del trabajo por cuenta ajena que todavía no podían permitirse dejar. ¿Tendría sentido exigirles lo mismo a los contratados? Es decir, al resto de trabajadores que no eran socios. ¿Verdad que no? Claro, en esta empresa esos trabajadores no tenían necesariamente por qué tener puestas sus esperanzas, sus ambiciones personales… a priori. Otra cosa sería si sus propias aportaciones voluntarias fueran a suponerles algún aliciente (lo mismo: dinero, prestigio, reconocimiento…). En ese caso sí que podría entrar el factor implicación y, por arte de magia se incrementaría el TIEMPO dedicado a la innovación. Porque, esa es una de sus maravillosas características, el tiempo se multiplica con cada individuo extra que logramos implicar. Por eso tiene una cooperativa mayores probabilidades de éxito; porque o todos ganan, o todos pierden, así que, mejor ser creativo y aportar nuevas ideas para que lo bueno dure!

Hombre, suele ocurrir que, cuando alguien tiene una buena idea, de esas que uno piensa “¡hostia!, ¡qué buena idea!” (la interjección es de suma importancia), frecuentemente quien la tiene decide, entonces sí, “emprender”… pero emprender el camino hacia la puerta de salida que le lleva, a partir de ese momento, a ser patrono de su propia iniciativa, requiriendo, si se da el caso, de empleados por cuenta ajena, que no socios.

Leo en twitter otra cita del exlehendakari Ibarretxe, presente en la charla de Armería Eskola:

ArmeriaEskola
JJIbarretxe #100armeriaeskola: La maximización de los intereses personales es letal para los objetivos colectivos.
7/12/2012 11:02:38 AM

Pues probablemente sea cierto. En el reportaje ya dice que “se prima más el tener que el ser, se busca la satisfacción inmediata, derivamos nuestras responsabilidades a terceros, tendemos a trabajar con desmotivación y escasa proactividad, subrayamos la cultura de los derechos frente a la de los deberes y todo ello nos lleva a vivir por encima de nuestras posibilidades”… cierto. Pero, ¿nos hemos planteado por qué ocurre esto?

A partir de aquí, las opiniones de cada uno (por favor, no os cortéis).

La mía es que el problema radica en que el propio sistema (de forma premeditada o no) está diseñado para que se produzca una “clasificación”, entendiéndose ésta por “separación de clases”.
Se da a nivel de sociedad, pero también en la empresa. Quien tiene una buena idea, con frecuencia (no digo que siempre sea así) convierte la misma en fuente de capacidad de maniobra. No la comparte y amplía “junto a” otros sino que la explota “mediante” el empleo de otros (asalariados). Así, hay clases también dentro de la empresa. A ver, esto lo tenemos muy asumido hoy en día: en el taller está el jefe y los obreros. Con frecuencia hay varios escalafones organizativos o de responsabilidad intermedios, que lo son también de poder-capacidad de maniobra. Esto es legal y ahí sí que cada empresario, que se las arregle como quiera. El problema estriba en que cuando las cosas van bien, la empresa se mantiene o “sostiene” pero cuando no, a veces ocurre lo que ocurre. Es la cuarta pata de la mesa, la que evita que la mesa salga despedida ante el vendaval de la crisis; una pata anclada profundamente en la seguridad del terreno de lo social (¡y lo público!) y que une con fuertes enlaces al resto de patas de nuestra mesa de la sostenibilidad empresarial: la EDUCACIÓN en conocimientos y valores.
Si uno está bien formado y además es honrado y justo, facilita que en la empresa se desarrollen la investigación, el desarrollo y la innovación, de modo que las probabilidades de éxito y sostenibilidad de la empresa se incrementan.

Es una cuestión esencial. En la propia sociedad también podemos verlo reflejado. ¿Qué es lo que suele ocurrir?:
Las clases “pudientes” tienden a disponer durante su vida de una posición privilegiada en comparación con el resto. En realidad ese “poder” es una gama, un continuum, algo de lo que unos carecen, otros tienen algo, otros más, otros mucho y otros un huevo… y se trata, en esencia, de capacidad de maniobra o ADAPTABILIDAD. Generalmente lo asociaremos a poder adquisitivo, la capacidad de adquirir cosas, bienes, o sea, dinero. Quien tiene dinero puede comprar otros márgenes de maniobra. Los más trascendentes desde la perspectiva colectiva serán los que implican necesidades básicas (alimento-cobijo-vestimenta), la salud y los conocimientos (educación). Por eso es tan importante que todas ellas sean dispuestas a cada individuo de la sociedad de forma equitativa. Al menos, la OPCIÓN de disponer de ellas. De no ser así, y es lo que ocurre, se da al traste con la JUSTICIA SOCIAL y se establecen diferencias entre individuos (clases sociales) porque unos tendrán más que otros de alguno de esos conceptos, convirtiéndolo en negocio vehiculizado a través del dinero y de las diferencias socioeconómicas. La avaricia propicia que se desee perpetuar ese status quo por parte de las clases aventajadas y así resulta en cada vez mayores diferencias.

JuanmaSEREibar
Cuántos hij@s de parad@s no podrán estudiar por problemas económicos? Las clases dominantes de siempre dejaran a sus retoños todo bien atado
7/12/2012 7:21:20 PM

Generalmente identificamos estas clases pudientes o dominantes con los ricos (grandes magnates empresariales, gobernantes, banqueros…) pero, ya lo decimos, esto es una gama y quien más quien menos, TODOS tenemos cierta capacidad de maniobra (si bien es cierto que ellos tienen más). De esta forma con nuestras acciones (básicamente fundamentadas en la avaricia) u omisiones (esencialmente basadas en la falta de interés) impedimos que exista justicia social. Puede que haya quien no esté de acuerdo. Bien, planteémonos: ¿quién de los que no se sienta identificado con “los ricos y poderosos” se ha preocupado por el conflicto de, por ejemplo, los mineros en España? ¿o con las familias desahuciadas? ¿o con los parados de larga duración? Me refiero a preocuparse realmente, no vale “yo retwitteé una protesta” o “yo le dí a Me Gusta” o “a mí me saltó una lágrima”. No. ¿Quién SIGUE yendo a las manifestaciones? ¿Quién les ha ofrecido protección frente a la policía? ¿Quién los ha acogido en su propia casa? Pues desgraciadamente muy pocos...
¿Será inherente a la condición humana? Yo creo que no. Que lo que faltan son valores, educación inculcada desde la infancia a todos y cada uno de nosotros. Hoy es algo que ni nos podemos plantear. Eso de acoger a un extraño en nuestra casa… impensable. Nos suscita muchísima desconfianza ¿verdad? Pensamos en que nos robará, torturará o matará… Sin embargo, hace un tiempo no era así. ¿Qué ha ocurrido?
Pues, probablemente, que hemos perdido sostenibilidad social, que se han acentuado las diferencias entre clases y claro, eso ha generado mayor conflictividad. Vaya, vaya… estamos llegando a algo malo, ¿eh?
Efectivamente la falta de justicia social es lo que tiene, que resulta insostenible y tarde o temprano acaba por estallar. Inicialmente se siente como esos pequeños incrementos de delincuencia, inseguridad, desconfianza… después comienzan las protestas sociales derivadas de la ampliación del perjuicio a las clases medias-bajas… y por último, cuando la población afectada severamente, súbitamente aumenta... la revolución.
¿Se puede prevenir?
¡Claro! Apostando ingentes dotaciones de policías bien armados y pagados, que protejan las utópicas ciudades de los poderosos de turno, cada vez menos abundantes y más poderosos, hasta volver al feudalismo… es una opción
La otra, es concienciarnos y actuar antes de que las cosas se pongan peor. Porque, si lo vemos con perspectiva, la sociedad es una gran empresa en la que todos deberíamos ser socios, y no trabajadores por cuenta ajena. Tratemos de que sus patas estén bien sujetas.


Enlaces relacionados:
http://bigkerman.blogspot.com/2012/03/el-valor-del-futuro.html



Actualización (29 de julio de 2012):
Una anotación con relación a esta noticia: 20120729 horas-extras-crearon-bonanza

El comentario:
"A ver, no podemos quedarnos, así sin más, con que las horas extra son la panacea. Las horas extra suponen la existencia de una carga de trabajo. Por tanto, si se realizan en gran volumen, suponen puestos de trabajo que dejan de crearse y la precarización del existente por incrementar el tiempo diario de trabajo (sobre todo si no son remuneradas pero también en caso de serlo). Así que cuidadín: que a uno le toque hacer alguna hora extra por necesidad puntual de forma ocasional, de acuerdo; se compensa al trabajador mediante acuerdo o convenio y listo. Pero eso de hacer horas extra con frecuencia y por costumbre… eso es muy malo.
Otra cosa es que las horas las meta el propietario de la empresa o los socios en el caso de una cooperativa (de forma equitativa). Éstos pueden organizarse como mejor les convenga ya que para algo son beneficiarios directos de la empresa. Hace unas semanas escribíamos esto: http://bigkerman.blogspot.com/2012/07/valorando.html ".

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